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23 de agosto de 2008
Soy profesora de danza del vientre y voy sobrada
Ayer, Laia y yo fuimos al gimnasio para probar la clase de danza del vientre. Ahora suena muy sexy pero básicamente fue patético. Porque a ver, tú vas a una clase para aprender, no para ver como la profesora te restriega cuánto sabe. ¡Para eso me voy a una exhibición!
La tía puso la música a todo trapo, sin micro y sin nada (con lo cual no te enterabas de las instrucciones) y se pasó la hora bailando a su bola mientras nosotras intentábamos imitar esos espasmos. La clase era un cuadro: las japonesas parecían patos con calambres en las piernas y nosotras padecíamos de convulsiones descoordinadas.
Laia y yo nos quedamos paradas pensando: esto es cinturón negro de danza del vientre. Yo no puedo seguirte”; entonces la profesora nos ve y nos suelta: SI NO PRACTICAIS NO APRENDERÉIS.
Y yo: ¡YOTEARRANCOLOSPELOS! ¡Si tú no nos enseñas cómo vamos a aprender!
La tía todo el rato bailaba mirándose al espejo en plan: ohh sí cuánto sé, cuánto me quiero y qué buena estoy uhmmm ¡yummy! Al bailar se tocaba el pelo y cerraba los ojos, apretaba los muslos y movía muy rápido la pelvis. Momento en que deducimos que estaba teniendo un orgasmo. Encima…
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