No sabéis lo duro que es estar sentado al lado de alguien en el tren que huele a sudor. Pero no a sudor normal sino a un sudor añejo que ha ido fermentando durante el día, o de los 2 últimos, en las húmedas cavidades de unas axilas asfixiadas por una camisa que no transpira. ¡Oh no! ¡Va levantar el brazo para coger algo del estante! ¡No para! Cada vez que hace esto, su sobaco nauseabundo queda a una distancia un tanto peligrosa de mi nariz. Creo que estoy perdiendo el olfato... Creo que estoy generando anti-cuerpos...Pongo a Diós por testigo, que a la próxima que intente coger algo más le haré un placaje y le haré jurar que antes de volver a subirse al transporte público en general y al tren en particular; se lavará los sobaquillos con un nanas si es necesario!
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