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28 de junio de 2010

LA TELEVISIÓN COMO EDUCADOR INFANTIL


Nuestra sociedad actual se caracteriza por estar en un modo de centrifugado continuo y quiénes más padecen esta situación son los padres. Con los tiempos que corren, el trabajo se ha vuelto uno de los temas que más les afecta y, por eso, hacer horas extras en la oficina para sacar adelante a sus familias forma parte de su rutina. Sin embargo, cuando llegan a casa las tareas domésticas los absorben: hay que preparar la cena, limpiar, hacer la colada, ordenar… y todo esto sin olvidar la insistencia de los hijos para llamar la atención de los progenitores.

Llegados a este punto, los padres se colapsan y deben buscar una solución rápida y efectiva que les asegure tener a los hijos hipnotizados algunas horas. Esta solución se llama “encender la televisión”.


Dejando aparte las generalizaciones, la televisión no tiene por qué ser perjudicial si se usa con moderación. Sin embargo, y estando los padres cada vez más ocupados; estos no tienen tiempo de filtrar el tipo de programación que es más adecuada para sus hijos. Por eso, y como si de una simple operación matemática se tratara, cuanto más ocupados estén los padres, más televisión verán sus hijos y más descontrol habrá sobre lo que estos ven.

Una de las formas de aprendizaje más importante que tienen los niños es la imitación, la cual sienta las bases de su futura conducta. Por desgracia, los niños no son especialmente selectivos cuando copian y no es de extrañar que imiten a cualquier personaje de ficción o real que aparece en la televisión. Por eso, una de las principales consecuencias del abuso de este medio de comunicación es la práctica de pautas erróneas e inapropiadas, sin olvidar el tiempo que resta a actividades tales como la lectura, el diálogo con la familia y el desarrollo social.


Todo esto se agrava por el hecho de que el contenido está repleto de violencia, ya sea en películas o series infantiles. Incluso tratándose de dibujos animados donde hay un héroe –que en un principio no tiene nada malo porque trata de luchar contra el mal– la manera con que dicho héroe resuelve los conflictos es con agresividad. ¿Cuándo hemos visto a Spiderman o a Batman intentar entablar un diálogo con el malo para resolver un problema? Nunca. Y si lo ha habido, ha sido para intercambiar amenazas. Así pues, no es de extrañar que cuando los infantes tienen un problema, recurren a la coacción para conseguir lo que quieren, pues es lo que están acostumbrados a ver.


La violencia, junto con el sexo, las drogas y el alcohol, son temas muy frecuentes en televisión. Si partimos de que el comportamiento de los niños se basa en lo aprenden de lo que les rodea, inevitablemente estos lo adquirirán como parte de su conducta. Además, los niños que ven la televisión de forma excesiva tienen más problemas de sobrepeso, son propensos a conductas agresivas, son pesimistas, menos imaginativos y empáticos; por lo que tienen tendencia a volverse inmunes a las desgracias de los demás y sentirse cómodos con situaciones aberrantes. Luego nos sorprendemos cuando en las noticias vemos que un adolescente ha hecho una masacre en un colegio o, atónitos, oímos casos de acoso escolar entre niños de doce años. Entonces nos preguntamos: ¿cómo ha podido pasar algo así?


Por otro lado, la caja tonta es una herramienta de manipulación muy sutil. Un claro ejemplo es la publicidad. Cuando aparecen los anuncios –que podría ser una tregua a tanta crueldad– lo único que hacen es alentar la predisposición al consumo. Si tenemos en cuenta que el telespectador está sometido a una media de cincuenta anuncios enfocados a productos y servicios, la capacidad de selección queda atrofiada hasta el punto que se desea lo que no se necesita y potenciando así una actitud caprichosa.


Por consiguiente, la televisión no es la forma más saludable para tener a los hijos entretenidos. Hay que propiciar alternativas más adecuadas para su desarrollo intelectual con el fin de que aprendan de una forma práctica y no de una forma pasiva des del sofá de casa. Por eso, y sabiendo que los niños imitan a quienes admiran, es muy importante predicar con el ejemplo. Si los padres leen, ellos leerán; si los padres resuelven un conflicto con diálogo, ellos también lo harán. Pero si, por lo contrario, los padres pasan mucho tiempo delante de la tele, inevitablemente, los hijos también.


Así pues, este medio de comunicación no es el responsable al cien por cien de la conducta de los jóvenes. Es compromiso de los padres educar a sus hijos proporcionándoles toda la información necesaria para que se desarrollen como adultos a partir de modelos de conducta sanos.

23 de junio de 2010

Instrucciones para llorar

Estoy haciendo un curso de Redacción y Estilo y como deberes esta semana, e inspirándonos en la originalidad de Julio Cortázar, he tenido que escribir unas instrucciones para hacer alguna cosa. Yo escogí elaborar un manual para llorar y este es el resultado.


Seguramente se habrá fijado que los ojos de muchas personas se llenan de un líquido transparente que, llegado un punto, se sale de los mismos y se desliza por el rostro. En el caso de los bebés y niños pequeños, este hecho suele aparecer con una facilidad pasmosa y una asiduidad que pone de los nervios.

En cualquier caso, si usted ha observado el fenómeno del desbordamiento del comentado líquido en las cavidades oculares en forma de gotitas –a las que, por cierto, llamaremos lágrimas-, fuera por el motivo que fuera, es que usted ha visto a alguien llorar.

Hay muchas situaciones que pueden hacer que alguien llore. Normalmente se asocia esta acción a hechos tristes o de dolor; sin embargo, paradójicamente, se puede llorar también de alegría y el no va a más es cuando se llora de un ataque de risa, –experiencia altamente gratificante según comentan los que la han vivido.

Llorar es muy terapéutico y ayuda a desarrollar inteligencia emocional, –cualidad muy valorada para conseguir ciertos puestos de trabajo. Por eso, si usted no sabe cómo funciona y quiere aprender, es de suma importancia que siga las instrucciones que le voy a proporcionar para conseguir un llanto real y efectivo.



Para empezar, nos concentraremos en conseguir un lloriqueo provocado por motivos tristes, ya que es el más fácil.

Lo primero que debe hacer es buscar un lugar tranquilo donde pueda concentrarse. Una vez lo haya encontrado, siéntese y relaje todo su cuerpo. A continuación, cierre los ojos y piense en algo penoso, nostálgico, lamentable. Si no se inspira, puede recurrir a recuerdos de infancia como cuando le dejó su primer amor o bien cuando Marco por fin encontró a su madre. Si a pesar de todo esto sigue sin sentir la necesidad de llorar, piense que LOST ha terminado y seguro que funciona.

Cuando empiece a sentir un cosquilleo en los ojos, contraiga la cara como si fuera un miope que no llevara gafas. Luego empezará a ver borroso. No se asuste, es normal y forma parte del proceso.

Poco a poco, las lágrimas empezarán a descender y a mojarle. Normalmente, y a consecuencia del llanto, usted notará una sensación de hormigueo y humedad en la nariz. Es entonces cuando sus dos orificios nasales segregarán una materia pegajosa y medio fluida llamada “mocos” y usted deberá tener a mano algún tipo de papel para absorber la sustancia. Si por el contrario no dispone de dicho papel, tiene la opción de hacerlo con la mano: bien en un movimiento lateral con el dorso de la misma o de abajo arriba con la palma.

Si la cosa se va animando, puede intentar introducir ruiditos con la boca llamados sollozos que, en pequeño grado, suelen provocar una reacción conmovedora en las personas que puedan estar observándole. Si no sabe como se hace, imite suavemente el rebuzno de un burro (pero muy suavemente). Llegados a este punto, usted deberá acompañar cada sollozo con un espasmo torácico, similar al del hipo, para coger aire y evitar una insuficiencia respiratoria.

La duración del llanto varía y puede ir desde los treinta segundos hasta los sesenta minutos o más. No se preocupe, llore cuanto quiera que es muy rehabilitador.

Una vez dominada esta variación de llanto, podemos ir complicando el tema tanto como queramos, pero esto ya es otro llorar.

19 de junio de 2010

sueño - ¡A ROBAR PISCINAS!



Esta noche he soñado que llegaba a casa por la tarde. En el jardín oía mucho jaleo, como si fuera una fiesta. Me dirijo a mi habitación, entro y levanto un poco la cortina para ver qué sucede. Entonces, veo a dos tíos –en el sueño se suponía que les conocía—que estaban bañándose en la piscina junto con todos sus familiares en plan clan gitano. Yo me quedo flipando e indignada. ¡Encima que no avisan se traen a toda la familia! ¡Que esto no es Marina-D’or-Qué-Guay!
De repente, ellos me ven. Yo, asustada (encima me acojono yo...) me escondo debajo del escritorio. Sin embargo, ellos ya me han visto y se acercan a mi ventana con la intención de darme una explicación (que no hay). Ambos me dicen que lo sienten mucho y como no tienen piscina y hacía calor habían invitado a todos sus seres queridos –no recuerdo exactamente cuánta gente había ni cómo eran, pero sí recuerdo a la abuela con un bañador y un flotador en la cintura saltando del trampolín (ya podría haber visto a un tío bueno… ¿no?). Me suplican que no le diga nada a mi padre y yo les contesto: no le diré nada a mi padre si vosotros me pagáis x por venir.
Y aquí se acaba mi sueño. Luego me he despertado con una sensación de ser una Business-Woman en toda regla :D

18 de junio de 2010

sueño - SE BUSCA EMPLEADA EN OTRO PLANETA


Acostumbro a tener sueños extraños y premoniciones varias. Sin embargo, espero que esta vez no se cumpla…


Esta noche he soñé que estaba despidiéndome de mi madre y hermana a moco tendido. Lloraba mucho porque se suponía que no las volvería a ver jamás, ya que había encontrado un trabajo en otro planeta (sí… es que en España está tan mal…). Cerca había una africana y su hija. Ambas llevaban un atuendo amarillo chillón. También se estaban despidiendo pero no lloraban. Les pregunto porque no están tristes y me dice que ellas se volverán a ver, que la combinación de Marte-Tierra es muy buena (¡anda! ¡Son de Marte! Mira tú qué cosa…)
Yo, desesperada, le digo a mi madre que le escribiré cartas “codificadas”. Para descifrar el código tendrá que coger cada mayúscula de cada frase y juntarla hasta obtener una frase nueva con lo que le quiero decir (un código un poco cutre, ¡lo sé!)

Me voy a la montaña y ahí un señor me cuenta de qué va mi nuevo trabajo. Consiste en vigilar la entrada de una cueva donde dentro hay una chica-princesa capturada y vigilada bajo un hechizo. Si intentas penetrar en la cueva, la entrada se vuelve de espejo y sólo ves tu reflejo. El “jefe” me dice que el cristal es irrompible. Al cabo de un rato, el hombre se va dejándome sola delante de la cueva y aprovecho para intentar romper el cristal con una lanza que hay pero no lo consigo. (prometo que en la vida real soy algo más obediente con mis responsabilidades laborales).
Y ya está, no recuerdo nada más.

11 de junio de 2010

SANTUARIUM... LA IMPÍA MORADA DE LOS SANTOS



6.30 de la mañana. Suena el despertador. Hora de levantarse y prepararse para ir en busca de sitios abandonados.

A las 9 quedo con Sergio, otro explorador y fotógrafo que comparte esta extraña afición por los lugares caídos en el olvido.

Es un día lluvioso y la niebla espesa cubre las montañas como si quisiera esconder aquellos parajes en los que nos queremos adentrar.

Nuestro primer objetivo es un geriátrico abandonado. Por desgracia, y después de conseguir acceder al recinto, vemos que es imposible entrar dentro del edificio . Todas las ventanas y puertas están tapiadas y el único agujero por el que podríamos penetrar está a unos cuantos metros de altura. No hay nada que hacer, debemos ir en busca de otro sitio. Nos despedimos del lugar con algo de tristeza.

A unos metros vemos una casa con ventanas rotas. En el patio hay trastos y un par de coches viejos. Todo indica que por fin el día nos sonríe. Nos acercamos para buscar una entrada y cuando la divisamos, vemos a unos hombres salir de la casa con herramientas y suponemos que la vivienda, a pesar de estar destrozada, se le sigue dando un uso. Sergio y yo volvemos de nuevo al coche.

Son las 10 y aún no hemos encontrado nada. Finalmente, cogemos el GPS y decidimos ir a un sitio que Sergio ya había visitado antes. Se trata de una torre de veraneo muy grande y que en su día debió ser preciosa. Desgraciadamente, y como es de esperar, ni el espesor del bosque ha conseguido mantener oculto el sitio de los vándalos. Pintadas, zonas quemadas, porquería por todas partes… el lugar está hecho caldo. A pesar de todo, y muy motivados, conseguimos encontrar algunos objetos interesantes para inmortalizar.

Una hora y pico más tarde y con algunos buenos encuadres, volvemos al coche para seguir buscando.

Al cabo de un rato, empieza a llover con mucha fuerza. Es como si todo se hubiera confabulado para fastidiarnos el día.

Pero a veces, y cuando ya te estás dando por vencido, alguien ahí arriba al que le debemos caer bien, nos ha dado la mejor sorpresa del día y del mes. Un abandono como jamás habíamos visto antes. Un lugar escalofriante pero a la vez misterioso y sorprendente. Entramos de forma cuidadosa, en silencio y manteniendo la respiración.

La lluvia sigue cayendo con fuerza y golpea con ímpetu el techo de plástico. Se oyen las goteras y el frío nos abraza poniéndonos la piel de gallina. No damos crédito a lo que nuestros ojos ven. Nos miramos y no sabemos qué decir. Nos faltan palabras para expresar nuestra felicidad por estar ahí y contemplar todo lo que nos rodea. ¡Ni tan siquiera sabemos por donde empezar! Hay tanto qué fotografiar, ¡hay tanto para admirar!

Primero hacemos una vuelta de reconocimiento mientras no podemos dejar de gritar: ¡Has visto esto? ¡Aquí hay una foto! ¡Y aquí otra! ¡Mira esto, qué pasada!

Parece que no nos lo podremos acabar, así que decidimos separarnos para cubrir todas las zonas.

El eco del silencio es abrumador y el único ruido que interrumpe tal procesión es el chasquido del obturador al cerrarse.

Cinco horas más tarde y 480 fotos después, decido dar por cerrado el reportaje. Estoy muerta de hambre y muy sucia.

Con recelo, abandono el lugar de la misma forma con la que he entrado: en silencio.

A pesar de haber explorado todos sus rincones, estoy convencida que hay mucho más por descubrir y espero volver algún día para terminar de desvelar todos sus secretos.