Hoy por la mañana tenía un compromiso importante. Uno de esos en los que te preparas la ropa el día anterior, compruebas que has puesto la hora del despertador correctamente 5 veces, pones otro despertador por si acaso y lo tienes todo calculado para llegar a tiempo. Eso es lo normal. Sin embargo, yo soy yo, y aunque haya puesto toda mi energía en seguir el plan, al final he tenido que salir corriendo.
Primero no encuentro la moto.
Luego he cogido la dirección incorrecta y no sabía dónde dar la vuelta. Quería mirar el Google maps del iphone pero no podía porque llevaba guantes y no es “táctil” cuando los llevas puestos.
He preguntado a 2 taxistas por la dirección correcta y he perseguido a un motorista para que me indicara cómo ir por si acaso y mientras pidiéndole a mi moto de 50cc que lo diera todo.
Después de infringir 5 normas de circulación en 20 minutos, he llegado cerca de mi destino. No podía aparcar la moto en ninguna parte excepto en el micro espacio que había entre otras dos. Mientras me alejo pienso: “¿te acordarás de donde la has dejado? Sí, la he dejado aquí, en esta calle”. Bueno, pues a la vuelta, ¿tú sabes dónde la he dejado? Por que yo no.
Empiezo a buscar y con el iphone en la mano intento hacer el recorrido a la inversa para reconstruir mis pasos y así encontrar mi lata con ruedas. Estaba tan concentrada mirando el móvil que no he visto un vómito y lo he pisado de lleno, ahí, a saco, prffff. ¡Asqueroso!
Al final me he parado en una esquina a pensar (bien, Alicia, tú párate en una esquina que ya verás cómo haces amigos). Uno pasa y me dice no sé qué. Yo así --> -_-‘ ¿perdona? Eres un matado de la vida, ¡salido!
He dado media vuelta y he seguido buscando. Parecía una peonza muy cansina. Con tanta ida y venida, me he cruzado con el mismo hombre nada más ni nada menos que ¡6 veces! Al final, el hombre, acojonado, ha cogido el móvil y creo que estaba llamando a los mossos para alertar de una chica desorientada que le acosaba. Me cambio de acera y veo a un cartero. ¡Estoy salvada! Le preguntaré dónde tengo la moto que estos lo saben todo. Cuando ya casi estaba encima de él, va y se me escapa.
Al final he vuelto al principio de todo y me he dado 5 minutos para encontrarla; de no ser así, cogería un taxi y la abandonaría para siempre.
La moto, por alguna razón, se habrá sentido amenazada y ha decidio salir de su escondite. ¡Por fin me reunía con ella! ¡Qué contenta estaba! No la abracé porque hubiera quedado raro pero fue muy emocionante.
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