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21 de enero de 2010

Amor, relaciones y reflexiones (¡Atención que me pongo seria!)


Las relaciones están sometidas a un cambio constante. Es una llamada a la creatividad, a la innovación, a expresar y a experimentar otros puntos de vista sobre lo que somos.

Se puede tener una relación con uno mismo y con otra persona. Pero para poder compartir tu vida con alguien primero debes entender qué es lo que eres, qué es lo que tienes y lo qué buscas. Se necesita primero una profunda introspección antes de involucrar a alguien en tu vida. Si no se hace esto, luego es muy probable que la relación falle porque te fallaste a ti antes.

Las relaciones se rompen, se acaban. Esto se debe a que muchas veces se empiezan basándose en un principio equivocado. Parten de la base “qué puedo SACAR de esa persona” en lugar de “qué puedo APORTAR a esa persona”. Dejadme explicar. Mucha gente quiere amar porqué ante todo busca ser amado. Busca la compañía, el que la abracen, le acaricien, que le digan que la quieren; cuando realmente el propósito de una relación debería ser el de: qué parte de mi quiero que conozcan y no qué parte de la otra puedo capturar y conservar.

Es muy romántico cuando alguien dice “no era nada sin tí”, pero esto no es verdad o no debería serlo. Es un gran error porque pocos se han parado a pensar lo que esto conlleva: una gran presión en el otro, pues el “otro” debe ser todo lo que la otra persona no es o no ha podido ser. El “otro” intentará ser ese príncipe azul o esa mujer ideal con tal de complacer el deseo de su pareja. Lo intentarán con todas sus fuerzas, pasando por el éxito y el fracaso en varias ocasiones. Pero llegará un punto en qué ya no se podrá hacer nada más porque no tendrá más recursos para completar la “imagen” que el otro quiere. Ya es suficientemente duro que nos podamos definir y auto-realizarnos como personas a nivel individual como para hacerlo por alguien más. Entonces es cuando la frustración se apodera de todo porque no hemos podido cumplir con ese rol al que nos comprometimos al comienzo de la relación. Después viene la rabia. Y es aquí cuando finalmente, con la intención de salvar la relación, nos volvemos transparentes actuando coherentemente con “lo que realmente somos” pues la pérdida de control hace evidente nuestra debilidad y mostramos el miedo al volver a estar solos, incompletos. Luego es sólo cuestión de tiempo que uno de los dos diga: “has cambiando”. Pero es que en realidad esa persona no ha cambiando, simplemente ha empezado a ser quién realmente es porqué no tiene que “actuar”… pues no tiene nada que perder.

Y ¿cuántas veces hemos oído decir “ahora que formas parte de mi vida me siento completo”? Demasiadas veces diría yo. El propósito de una relación no es tener a alguien con el que sentirte completado sino encontrar a alguien con el que COMPARTIR ese estado de plenitud individual.

Muchas personas cometen el error de buscar el amor para ser amado. No es algo consciente pero piensan “si puedo amar a alguien, podrán amarme a mi también, y al sentirme amada, me querré más”. Grave comienzo. Si tú no puedes amarte desde un principio, no podrás amar a nadie pues sino puedes aportar, nadie te aportará.

Los celos, las inseguridades y los miedos irracionales que deterioran muchas parejas y debilitan el alma, son el resultado de esas relaciones en la que 1 o ambas partes, espera del otro un comportamiento X que no se produce o no es el esperado. Creo que las personas extremadamente celosas son personas con un vacío interior tan grande que necesitan absorber al otro en su totalidad para poder, de alguna manera, sentirse la mitad de completo que cuando estaban aislados; anulando así, la voluntad de su semejante. Sólo los que se sienten completos por su cuenta, llegan a disfrutar de esa paz interior que una relación sana te aporta. Donde comparten la verdadera plenitud, ya que no sólo se quieren así mismos sino que también se sienten bien con lo que son por separado.


No es tarea fácil, pero el amor tampoco. Y como todo en la vida hay que empezar por uno mismo. De lo contrario, se crean estados de dependencia de los que luego es muy difícil desprenderse. Ese estado de plenitud no es un estado constante. Es como el ser feliz. No se ES feliz, se ESTÁ feliz. La felicidad no es un estado permanente sino pasajero, que va y viene. Lo mismo en este caso. Dos personas se juntan con la idea de que al COM-PLE-MEN-TAR-SE llegarán a sentirse más completos que cuando estaban solos, solamente para descubrir que son menos y sienten menos que cuando estaban separados. Menos capaces, menos independientes, menos aventureros… y esto es porque ahora son menos. Han sacrificado parte de lo que eran con el objetivo de SER y ESTAR en la relación y satisfacer a su prójimo dejando de lado su verdadero ego.

En otras palabras, uno se siente completo hasta que la otra persona, un día le deja de aportar lo que en un principio. Somos seres que evolucionamos y nuestras prioridades y estados de ánimo cambian; afectando, en algún momento la relación. La otra persona se enfada porque recibe menos y el sufrimiento y el estado de “soledad” es el doble, pues no sólo NO estaba completo antes de la relación sino que además deja de recibir lo que el otro debía aportarle para mantenerse en ese estado de “estamos hechos el uno para el otro”.

De ahí a que haya mucha gente que le cuesta superar una ruptura o peor aún, que por miedo a afrentarse de nuevo a ese estado de “no-plenitud” sigue con una relación sólo porque les produce aprensión estar solo y sentirse vacío. Pero este vacío debería tomarse como algo positivo. Es el momento de auto-realizarnos. De conocernos mejor y de manera más objetiva. Debemos mirar dentro de nosotros y averiguar cuáles son nuestros valores, nuestras inquietudes, nuestros sueños y miedos, qué nos gusta de nuestra persona y qué no… y una vez descubierto esa parte, coger todos esos elementos fruto de la experiencia y llevarlas al máximo exponente; al estadio de lo que sería nuestra perfección como persona a nivel espiritual. Si hay algo que no te gusta de ti, entonces cámbialo y evoluciona. Trabaja a diario para hacer de tus debilidades algo positivo y así, poco a poco, moldear tu alma de tal manera que lo que veas en tí, sea mucho mejor que lo que te hace imperfecto. Así, cuando llegue el momento de compartir tu vida con alguien, podrás exigir más. Serás capaz de dar más de tí en primer lugar pues con orgullo querrás “enseñar” (aportar) aquello en lo que te has convertido en lugar de buscar en el otro ser aquello que te falta.


"El pensamiento es el primer nivel de creación, seguido por la palabra. La palabra es el pensamiento expresado. El tercer nivel es la acción. Las acciones son palabras en movimiento.
Piensa, habla, actúa. Piensa en lo qué eres, háblate a ti mismo para conocerte y luego haz algo para ser aquello que quieres ser.

Sólo los que se aman y respetan así mismos son LIBRES."

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